Fue un genio,
un mito, un jugador que elevó el fútbol a la categoría de arte cuando el fútbol
se debatía en aspectos tan toscos como el de "fútbol total" o el de
"poderío físico". Tuvo que ser él, un hombre enjuto, aparentemente
débil, el que derribara aquellas modas que llevaban al fútbol al más puro
ostracismo. Dibujó, como el mejor artista del momento, regates inverosímiles,
escorzos increíbles y goles de ensueño. Con un ingenio chispeante, la fuerza
bruta caía derribada y el fútbol cobraba otra dimensión.
Del baloncesto al fútbol
Del baloncesto al fútbol
Emilio Butragueño nació en Madrid, en el Sanatorio de Nuestra
Señora del Rosario, el 22 de julio de 1963. Los primeros años de su vida
transcurrirán en el número 7 de la calle Antillón, cursando sus estudios en el
Colegio San Antón. Allí haría sus primeros pinitos como futbolista. Más tarde,
cuando sus padres trasladan el negocio familiar a la calle Narváez, ingresa en
el Colegio Calasancio. Sin embargo, en el Calasancio opta por jugar al
baloncesto. Emilio se convierte en el base del equipo y así pasará tres años
(desde los diez hasta los trece) en los que apenas juega al fútbol. Será José
Antonio Sacristán, su supervisor deportivo, quien le rescate para el fútbol,
ingresando en el equipo infantil como centrocampista.
Emilio irá creciendo entre el fútbol, los estudios y la perfumería de sus padres, en donde atiende el mostrador, reparte a domicilio o barre cada mañana. En el equipo cadete cambia de puesto, juega de ariete o de extremo izquierdo. Ya es el mejor del equipo.
Destaca por su visión de juego, por la maestría con la que ejecuta las faltas y por su incipiente capacidad de improvisación, pero aquello no es más que un juego con el que se divierte y hace feliz a su padre. En ningún momento piensa que podía llegar más lejos, a un equipo grande. Estaba equivocado. Su fama traspasa las barreras del colegio. Muy pronto, las puertas del fútbol se abrirían a sus pies.
Real Madrid y Atlético se lo disputan
Emilio irá creciendo entre el fútbol, los estudios y la perfumería de sus padres, en donde atiende el mostrador, reparte a domicilio o barre cada mañana. En el equipo cadete cambia de puesto, juega de ariete o de extremo izquierdo. Ya es el mejor del equipo.
Destaca por su visión de juego, por la maestría con la que ejecuta las faltas y por su incipiente capacidad de improvisación, pero aquello no es más que un juego con el que se divierte y hace feliz a su padre. En ningún momento piensa que podía llegar más lejos, a un equipo grande. Estaba equivocado. Su fama traspasa las barreras del colegio. Muy pronto, las puertas del fútbol se abrirían a sus pies.
Real Madrid y Atlético se lo disputan
13 de julio de 1980 se proclama Campeón del torneo AS con los
juveniles del Calasancio. Los ocho goles marcados en un partido hicieron que
los ojeadores del eterno rival se interesaran por él. Campos, entrenador del
juvenil rojiblanco, y los técnicos Ufarte y Rodri le prueban y le abren las
puertas del Atlético. La oferta es tentadora, pero en el ánimo de Butragueño y
de su padre, está el vestir la camiseta del equipo del cual son socios.
Alertado Juan Gea, dispone otra prueba inmediata para el jugador. En el informe
elaborado por el propio Gea, técnico madridista, señala que "técnicamente
maneja bien las dos piernas, sobre todo la derecha. En el puesto de
centrocampista ve el fútbol con una facilidad asombrosa, lanzando pases
perfectos al hueco".
Tres días después de realizar
la prueba, el 15 de agosto, Butragueño ficha por el Real Madrid como aficionado
y juega su primer partido con los blancos en San Lorenzo del Escorial, donde
realiza, según muchos, “el mejor partido de su vida”. Aquel encuentro fue
memorable. No marcó ningún gol, pero provocó exclamaciones de admiración de
todos, incluido Molowny, espectador de lujo. Ese día se iniciaba una carrera
imparable.
Su primer partido con el
equipo aficionado lo juega en Pinto. Ese mismo año, en Tercera, lo alternó
cumpliendo el servicio militar en el cuartel de Cuatro Vientos. La siguiente
campaña milita en el Castilla a las órdenes de Amancio, con el que se proclama
Campeón de Liga de Segunda División en la temporada 1983-84. Su nombre comienza
a ser portada en los periódicos. Sus números goleadores son espectaculares y le
colocan como "Pichichi" de la categoría, título que al final le
arrebataría Julio Salinas. Hubiera batido al vasco, pero una llamada de Alfredo
Di Stéfano, le lleva al primer equipo, con el que debuta un 5 de febrero de
1984, en Cádiz, ante el titular.
En ese partido el Madrid se
fue con un 2-0 en contra al descanso. Entonces Alfredo Di Stéfano le dio la
alternativa en el segundo tiempo. Y Butragueño respondió. Salió al terreno de
juego con el número 14 como su ídolo, Cruyff, y revolucionó el partido,
marcando dos goles y dando el pase del tercero.
Ese día se inicia su etapa más
popular. El gran espaldarazo llega el 12 de diciembre de 1984. Ese día el
Madrid jugaba Copa de la UEFA
y se enfrentaba en octavos de final con el Anderlecht, contra el que había
perdido por 3-0 en el partido de ida. Esa noche Butragueño logra marcar tres de
los seis goles que logró el equipo blanco (6-1), en una épica remontada que aún
hoy en día, en el siglo XXI está fresca en la memoria de los millones de
madridistas que tuvieron la satisfacción de presenciarla, bien en directo o
bien por las imágenes servidas por televisión. Su participación fue decisiva
para que el equipo lograse por dos años consecutivos (1985 y 86) la Copa de la UEFA , títulos que le valieron
el reconocimiento unánime del fútbol europeo, y la concesión, por dos años
consecutivos, del “Trofeo Bravo”, al mejor jugador europeo menor de 24 años.
Junto a Hugo Sánchez formó la delantera titular del Real Madrid durante muchas
campañas. En el primer equipo se reunieron cuatro de los integrantes de la
“Quinta del Buitre”, sobrenombre por el que se conoce al grupo formado por
Butragueño, Sanchis, Míchel, Martín Vázquez y Pardeza, gracias al ingenio del
prestigioso periodista Julio César Iglesias.
Durante doce años la presencia
de Butragueño fue una constante en el equipo. Como queda dicho, formó con Hugo
Sánchez una de las mejores delanteras del mundo y contribuyó decisivamente a
que el extraordinario jugador mexicano conquistara cuatro “pichcihis” con el
Real Madrid. Sin ser un gran goleador, él mismo ganaría un máximo galardón en
la temporada 1991.
Butragueño se despidió del
fútbol como jugador el 15 de junio de 1995, en un partido-homenaje, ante la Roma , que finalizó con el
resultado de 4-0, con el Estadio Bernabéu a reventar de un público
enfervorizado que agradeció la entrega del jugador a los colores madridistas.
Butragueño se fue tal y como se comportó durante toda su carrera, con
caballerosidad y honestidad, sin una frase altisonante, sin un reproche a nada
ni a nadie, todo lo contrario. A pesar de lo doloroso de la situación, Emilio
se fue con palabras de agradecimiento a una Institución a la que ha amado
profundamente, tanto desde la grada como desde el terreno de juego, y a la que
sigue amando, en la actualidad como aficionado.
Con la selección española fue seleccionado en el año de su debut
para participar en la
Eurocopa de 1984, aunque no llegó a jugar. En total marcó 26
goles en 69 partidos, ostentando así el título de máximo goleador durante
muchos años, disputando los mundiales de México1986, donde marcó cinco goles, e
Italia 1990 y la Eurocopa
de 1988. Debutó el 17 de octubre de 1984 marcando un gol frente a Gales.
Uno de los hitos de su
trayectoria futbolística, fue la noche de Querétaro en la que marcó 4 de los 5 goles de España a la entonces poderosa Dinamarca en la Copa Mundial de la FIFA de 1986, celebrada en México, cuyo marcador final fue 5-1. El
seleccionador argentino, que ganó posteriormente la final, al ser eliminada
España al fallar Eloy Olaya un penalti (contra la selección de Bélgica), manifestó a sus jugadores
"Señores, han eliminado a España, no jugaremos contra Butragueño.
Estamos en la final del Campeonato del Mundo". "Butragueño
cancella Platini e Maradona" titulaba "La Gazzetta dello
Sport".
Características
Su estilo de juego quedaba reflejado en su movimiento característico, el llamado "amague neutro". Totalmente inmóvil dentro del área y con el balón dormido a sus pies, no es que su cuerpo diera pistas falsas, es que no daba ninguna. Entonces con el defensor totalmente hipnotizado, arrancaba de repente consiguiendo el espacio necesario para el disparo o asistencia, aunque no fue tanto un goleador como un realizador de pases de gol a sus compañeros, destacando también por la creación de espacios a éstos llevando a los defensores tras de sí.
Posición en el campo: Delantero
Partidos jugados: 463 oficiales, 106 amistosos
Goles marcados: 217
Internacional con España: 69
Palmarés:
6 Ligas
2 Copas de la UEFA
2 Copas del Rey
1 Copa de la Liga
3 Supercopas de España
Partidos jugados: 463 oficiales, 106 amistosos
Goles marcados: 217
Internacional con España: 69
Palmarés:
6 Ligas
2 Copas de la UEFA
2 Copas del Rey
1 Copa de la Liga
3 Supercopas de España
Fuentes: www.realmadrid.com, Wikipedia y Google imagenes
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