El fútbol es un deporte pero también es
sueño adormecedor. Sueño de muchos seres humanos que proyectan sus
frustraciones diarias en el equipo paradigma de su infancia. La gestas y
grandezas de nuestro equipo nos la apropiamos como si fueran nuestras. Así equilibramos
nuestra psique, emulando al equipo con en el que nos identificamos. En mi
pueblo poca gente leía la Biblia, pero al menos asistían a los oficios
religiosos y algo sobre héroes bíblicos les quedó: GOLIAT era
el nombre elegido para el equipo de fútbol, nombre asociado a fuerza, grandeza
y valentía.Eso sí fuerza bruta, -como la de Goliat- porque el fútbol era
entendido como una batalla que había que ganar sí o sí a los
"enemigos" del pueblo. El enemigo era el pueblo vecino en quien
proyectabamos nuestras energías. Lo importante era el arrojo, el ataque y el
empuje. Allí no había táctica que valga, lo importante era hacer "morder
el polvo" al enemigo -nunca mejor dicho- ya que jugábamos en campo de
molillo. Como todo iba a asociado a la religión, el árbitro, era el cura
párroco, al que reconsiderábamos hombre santo, justo y neutral, lo mismo
hablaba bien de los Santos de mi pueblo que de los del
pueblo vecino. Entre tanta "religión" por medio, aquellos deliciosos
partidos siempren terminaban como el "rosario de la Aurora".
Entendíamos el fútbol como "thanatos" (muerte), lucha, furia. La meta
era la victoria, la grandeza, o la derrota. A veces aparecía ésta bajo el símbolo
de DAVID: siempre había un "David" pequeño, astuto y más
listo que Goliat, que atinaba con su pequeña honda y ponía la piedra o sea el
balón, dentro de la portería.
Sigmund Freud (1856-1939), fue un filósofo austríaco, creador del
psicoanálisis. Entendía el psiquismo humano como un edificio con tres pisos. El
primer piso -empezando por arriba- lo llamó el Super Yo o Super
ego; estaba lleno de principios, normas y valores que aprendemos y
aprehendemos en nuestra cultura y mediante la educación. Son aceptados a lo
largo del proceso llamado de socialización y a veces los aceptamos a
regañadientes y a cambio de recompensas o castigos. Son impuestos por la
sociedad, la familia, la enseñanza. Otro segundo piso -debajo del anterior-lo
llamó elYo o el Ego, "principio de
realidad"; llamado así por las convulsiones que se desarrollan en él por
el enfrentamiento de lo adquirido culturalmente y las apetencias del propio yo.
A nivel consciente, aparecen las angustias, los miedos y las frustraciones. En
el sótano se encuentra el cuarto trastero donde acumulamos los trastos viejos
inservibles, despojos de un pasado que a veces es mejor olvidar. Freud lo llamó
el Ello o Id, lugar inconsciente y donde se hayan
las pulsiones reprimidas -que son muchas- pero que él solo descubrió dos: EROS (principio
de placer) yTHANATOS (principio de muerte). Pulsiones a nivel
inconsciente que luchan por hacerse presentes a nivel consciente y que
son reprimidas por el yo. Mediante la interpretación de los sueños,
consiguió hacer a nivel consciente lo que estaba oculto en el ello y oprimido
por el yo. Lapsus, actos fallidos, etc, son entre otros, mecanismos espontáneos
para equilibrar la psique y guardar un equilibrio psicológico correcto, pero
cuando éste no encuentra salida aparecen neurosis, psicosis y perversiones
psicosomáticas, como síntoma del desequilibrio y la patología psicológica. Los
mecanismos de defensa transformadores de las pulsiones reprimidas, serian los
instrumentos necesarios mediante la "proyección" y la
"sublimación" de restituir el equilibrio psicológico del ser
humano. Cuando tenemos un problema grave al que no le vemos salida, empieza la
frustración por no poder conseguir la meta propuesta, entonces comienza a
actuar la sustitución como mecanismo de defensa, es la famosa anécdota de la
zorra y las uvas que después de varios intentos y no alcanzarlas se dice a sí
misma : "no están maduras"; como ven, no es cuestión de quitarse la
vida por unas uvas ni por un fracaso ni por ningún problema por muy irresoluble
que sea. Se trata de "conformarse" con lo que se nos impone desde
fuera y "aceptarlo a regañadientes". Todo sea por la salud psíquica.
A vueltas con el fútbol el Real Madrid representa a Thanatos, su
juego es impulsivo, vertical y guerrero; más que jugar sabe presionar, destruir
y dar el zarpazo con la celeridad de un felino. Su dios es Marte el
dios romano de la guerra. Le falta talento y le sobra velocidad y físico a sus
jugadores: Ramos, Kedira, Pepe y Di María, Marcelo, son jugadores físicos que
corren como galgos ¿hacia dónde?: Es el balón quien debe correr más que
el jugador. Alonso, Benzema, Ozil y Kaká, son talentosos, piensan y luego
corren. Son una isla en un mar tormentoso. La pulsión del Madrid es
aniquilar y destruir al contrario con la fuerza física, su razón de ser no es
la estrategia, sino la acción espontánea del héroe que de improviso se levanta
sobre el grupo y gana la batalla. Pero he aquí, que CR7 -formidable jugador-
no sabe jugarle al Barsa porque corre pero no combina, sin comprender que lo
importante es la velocidad del balón y no tanto del jugador. La elaboración y
la precisión, el toque en medio campo y saber leer en cada momento el partido.
Lamentablemente no son virtudes que adornen al Real Madrid. La precipitación se
estrelló contra la inteligencia y la improvisación sobre el
talento, de ahí su frustración.
El C.F. Barcelona representa a Eros, su juego es puro arte, constructivo
y creador. Juega para jugar, no para destruir. Es pura entrega, armonía,
belleza. La estrategia, la racionalidad y el orden, por encima de la fuerza. Su
diosa es Venus, símbolo de belleza, amor y pasión. Su fútbol es un canto a
la entrega, al colectivo a la unidad. No hay héroe en el terreno de juego
-Messi no es de este mundo- es todo el equipo remando en la misma dirección.
Nadie descolla todos son uno. Son jugadores de talento e inteligencia,
dominadores del espacio -campo- y el tiempo -velocidad del balón. Si alguna vez
el Real Madrid quiere ganar al Barcelona, deberá empezar por quitarle el balón,
-cosa que se me antoja difícil- y tratarlo como se merece.
Los días previos al partido, los aficionados merengues salíamos al campo
de batalla -como hacía Goliat- levantando nuestras armas y
atemorizando a los culés con nuestra fuerza, hasta que apareció David y
con tres tiros de honda acallaron el Bernabeu. Son ya muchas
frustraciones y aún sigo buscando el mecanismo de defensa que equilibre el
dolor de la derrota de mi Madrid. Tras intentarlo varias veces, me repito a mi
mismo -como hacía la zorra con las uvas inalcanzables- estas palabras: "No
están maduras". Quien no se consuela es porque no quiere.
Antonio González Padilla